Foto: Mikel Agirregabiria |
Pero llegaron años de hambruna, y ante tal hecho y a pesar de ser el ave preferida, muchos no respetaban.
Día a día observaban como las mataban sin ningún escrúpulo. Eso le apenaba mucho a un panadero amante de las aves, -alegraban la ciudad-, y no dormía cavilando en hallar una solución al problema.
Un noche estando en la cama, no se sabe bien, si fue un sueño o una premonición, escuchó una vocecita que le decía, “haz un bollo especial que sacie esa necesidad de comer y así se salvará la alondra”.
Foto: Kety Morales |
El panadero sobresaltado se levantó y rápido se puso manos a la obra. Pensó y pensó en unos ingredientes que a todos gustase, y, tras unas horas de cavilar..., hizo un bollo y lo dio a probar. Era tan delicioso, que pronto la noticia se divulgó por todo el territorio, y viajaban de todas partes para conseguirlos. La gente se olvidó de las aves.
El panadero satisfecho trabajaba día y noche amasando bollos, pero no le importó pues gracias a él, salvó a la alondra de extinguirse.
Colorín colorado…
Basado en una historia que me han contado en Berlin. Me gustó y he querido transmitirla -aproximadamente- para que la conozcáis.
¡Ah! el bollo está muy bueno.
Cuentos: "El duende de la alacena II". Kety Morales Argudo
6-10-2008